
Se trata de una medida de seguridad sanitaria que se practica desde hace menos de 200 años. No solo es eficiente para prevenir el contagio por coronavirus, sino para muchas otras enfermedades.
Desde hace menos de 200 años quedó demostrado que el lavado de manos es la mejor barrera de defensa contra muchas enfermedades. (Ilustración: Antonio Tarazona)
La abundante evidencia científica demuestra hoy que el lavado de manos es la principal barrera para frenar el contagio de muchas enfermedades, como la que causa el coronavirus (COVID-19), que la mañana de este viernes 6 de marzo se confirmó llegó al Perú. Sin embargo, hace poco más de 170 años, lavarse las manos como medida de prevención no era una costumbre (menos entre los médicos) y la tasa de mortalidad por este motivo era muy alta.
Varios años antes de que Louis Pasteur descubriera que las enfermedades infecciosas eran producidas por microorganismos, el médico húngaro Ignaz Semmelweis halló que lavarse las manos podía reducir las muertes por infección. Durante su desempeño como obstetra en el Hospital General de Viena se dio cuenta de que la mortalidad materna en la clínica que era atendida por parteras y sus aprendices era del 2%, mientras que en la que atendían médicos y estudiantes la cifra oscilaba entre el 10% y 20%. A la infección que aparece en la mujer en el tiempo posterior al parto se le llama fiebre puerperal.
Semmelweis se dedicó a investigar y a cruzar información entre las dos clínicas del hospital. Ahí, se percató de que, por un lado, las parteras solo atendían a las gestantes; por otro lado, los estudiantes las atendían luego de disecar cadáveres, mientras que los médicos lo hacían tras practicar autopsias.
Una prueba definitiva para el investigador fue ver que un colega falleció luego de cortarse mientras diseccionaba el cadáver de un niño. Los síntomas que experimentó fueron muy similares a los de las mujeres que sufrían fiebre puerperal. Entonces, sostuvo la existencia de una contaminación por partículas cadavéricas.
En mayo de 1846 instaló un lavatorio en la entrada de la sala de partos de la clínica de los estudiantes y les pidió que se lavaran las manos antes y después de atender a las parturientas. La tasa de mortalidad materna descendió del 18,3% en abril de ese año al 1% en agosto.
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